El calor se puede transferir de 3 maneras
Conducción: Transferencia de calor sin movimiento de materia. Depende de la conductividad térmica de la sustancia.
Convección: Transferencia de calor con movimiento de materia. El movimiento está ocasionado por los cambios de densidad de la sustancia dentro de un campo gravitatorio.
Radiación: Transferencia de calor por medio de ondas. No precisa materia para su propagación.
El Núcleo irradia calor con facilidad, su composición metálica lo hace muy conductivo. Además, ambas partes del Núcleo (interno y externo), están en convección y el Núcleo externo, al estar fundido, fluye con mayor facilidad. El Manto no es un buen conductor y, por tanto, tiende a acumular calor en las zonas próximas al Núcleo. El Manto caliente va adquiriendo menor densidad y ascendiendo hasta niveles superiores sin fundirse. En contacto con la Litosfera, el Manto se enfría, haciéndose más denso, y, tiende a descender a niveles inferiores. A este movimiento se le denomina convección.
De este modo, las zonas de ascenso gravitacional del Manto (menos denso y caliente) coinciden con zonas de dorsal, donde la Litosfera oceánica es arrastrada dejando paso a nuevos materiales volcánicos. Las zonas de descenso del Manto (más frías y densas) coinciden, a su vez, con zonas de subducción.
Si la cantidad de calor que le llega al Manto es mayor que la que puede ceder por convección se puede producir la fusión parcial del Manto, iniciándose el ascenso más rápido del material fundido. A este material caliente y fundido en ascenso se le denomina penacho o pluma del Manto.
Las plumas, al tomar contacto con la litosfera, provocan su fusión y generan un vulcanismo al margen de los límites de placa, el vulcanismo de punto caliente. En este tipo de vulcanismo, el desplazamiento de la placa sobre el punto caliente va generando un rosario de edificios volcánicos alineados, cada vez más modernos, en donde únicamente permanecen activos los situados sobre el punto caliente.
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