viernes, 5 de junio de 2009

3. LA MÁQUINA TÉRMICA DEL INTERIOR TERRESTRE.



Al observar los demás planetas terrestres del Sistema Solar, se encuentra, como caso extremo de bajo flujo térmico, Mercurio. Es un planeta sin actividad interna y con nula renovación de su superficie, evidenciada por su intensa craterización.







Al otro lado de la balanza, se halla una de las lunas de Júpiter, que muestra una superficie totalmente cubierta por volcanes en erupción casi permanente. La Tierra se encuentra a mitad de camino entre ambos.
Todos los procesos internos de la Tierra se basan en las transferencias de calor que mantienen en continuo movimiento las rocas del interior de la Tierra. Este calor queda en evidencia en procesos como el magmatismo y el metamorfismo.





Todos los procesos internos de la Tierra se basan en las transferencias de calor que mantienen en continuo movimiento las rocas del interior de la Tierra. Este calor queda en evidencia en procesos como el magmatismo y el metamorfismo.




El origen de este calor se debe a dos posibles causas:
El Núcleo guarda calor desde el momento de formación de la Tierra. Su composición hace que sea muy conductivo y, además, esté en convección. Este calor lo va liberando de forma progresiva al Manto.
La desintegración de elementos radiactivos en el Manto (U235,U238,Th232 y K40), produce calor que se libera de forma gradual.


Cualquiera de ambos orígenes basta por sí sólo para justificar la cantidad de calor que llega a la superficie. Sin embargo, se cree que intervienen los dos y, en mayor medida, el calor del Núcleo.
Este calor interno trasmitido por el Manto y la Corteza es el responsable de la actividad tectónica, y de los procesos geológicos internos, constituyendo así el autentico motor de la Tectónica de placas.

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